viernes, 25 de enero de 2013

3.-Historia



   3.1 La pobreza en las sociedades preindustriales.

La pobreza no es algo nuevo en la historia de la humanidad. Su causa fundamental radica en la baja productividad del trabajo en las sociedades preindustriales, a lo cual hay que sumar la desigual distribución de la riqueza y el ingreso. Vivir en una condición de premura material fue la situación normal del género humano hasta que los progresos tecnológicos de la era moderna hicieron posible, para las amplias mayorías, tener acceso a niveles de consumo, salud, educación y bienestar en general impensables en épocas anteriores. Según los cálculos del historiador económico Angus Maddison la renta per cápita promedio en las sociedades tradicionales ha oscilado en torno a los 400/500 dólares (dólares estadounidenses de 1990 de igual poder adquisitivo) anuales por persona. Esto equivale a lo que hoy, internacionalmente, se considera la línea de pobreza extrema. A mediados del siglo XIX, Karl Marx basó su pronóstico sobre la necesaria caída del capitalismo en la pauperización del proletariado industrial, hecho que él consideraba como una “ley férrea” del desarrollo capitalista. Sin embargo, ya Marx veía esta pauperización como un hecho básicamente social, determinado no por la falta de medios sino por la distribución desigual de los resultados de la producción. Es por ello que su utopía comunista, hija del optimismo tecnológico que va cundiendo durante el siglo XIX, postula la salida definitiva de la humanidad de su estado de necesidad.

   3.2 Progreso y surgimiento de la pobreza como problema.

Hasta comienzos del siglo XIX la pobreza era considerada como la norma de la vida humana, tal como lo eran las enfermedades devastadoras, la falta de educación o de libertad religiosa y política. Esta normalidad comenzó a cambiar durante la segunda mitad del siglo XIX, cuando se fue haciendo evidente que la industrialización iniciada en Gran Bretaña y luego replicada en diversas partes de Europa occidental estaba haciendo posible un significativo mejoramiento de los niveles generales de vida. Fue surgiendo así, paulatinamente, una nueva normalidad: la del bienestar como condición no sólo deseable sino también posible de la vida humana. Con ello apareció “el problema de la pobreza”, es decir, la pobreza considerada como algo atávico y anormal, una reminiscencia de épocas pasadas que debía y podía ser superada en sociedades dónde la abundancia se estaba convirtiendo en la regla. En su estudio clásico de 1901, Poverty: A Study of Town Life, Seebohm Rowntree llega a la conclusión de que el 27,84% de la población de la ciudad York, en Inglaterra, vivía bajo la línea de pobreza, lo que venía a confirmar un estudio publicado en 1886 por Charles Booth sobre la pobreza en Londres.

   3.3 Redescubrimiento de la pobreza.

El redescubrimiento de la pobreza se produjo en un periodo de rápida disminución de la misma tanto en Estados Unidos como en otras sociedades avanzadas. De acuerdo a la estadística oficial estadounidense, la pobreza disminuyó de 39,5 millones de personas en 1959 a 24,1 millones en 1969. Por ello es que el verdadero shock llegó en los años 70 cuando se constató que la incidencia de la pobreza comenzaba de nuevo a crecer llegando a más de 35 millones de pobres en 1983, lo que correspondía al 15,2% de la población de Estados Unidos. Pero esta era solamente la expresión cuantitativa de un fenómeno extremadamente complejo: la patología de la exclusión social o marginalidad –según el concepto habitualmente usado en esos tiempos para describir este fenómeno– que tomaba formas nuevas y cada vez más peligrosas de expresarse, con un incremento dramático de las tasas de criminalidad, la drogadicción, los nacimientos extramaritales, las familias de madres solas y la dependencia de las ayudas sociales. La toma de conciencia acerca de lo que fue llamado “la nueva pobreza” llegó a Europa más tarde que a Estados Unidos pero el shock no fue menor. Las primeras estimaciones de la amplitud de la pobreza en la Comunidad Europea dieron una cifra de 30 millones para 1975, cifra que luego se vería incrementada por el fin definitivo del pleno empleo y el comienzo de una larga fase de desarrollo europeo caracterizada por una escasa creación de puestos de trabajo y un consecuente aumento de la exclusión laboral. Para 2007 Eurostat calculaba que en la Unión Europea existían unos 80 millones de pobres, es decir, personas que “carecen de los recursos necesarios para cubrir sus necesidades básicas”.

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